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Yo no me quito

La vida tiene la virtud de poner en tu camino a personas especiales. Seres que ante la adversidad tienen una pasmosa visión de ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Hace unos meses, me topé con un empresario puertorriqueño que ha luchado y triunfado en un competitivo mercado. Se trata de Carlitos López-Lay, un hombre de familia. Bonachón y comprometido con causas sociales, que es a su vez uno de los más exitosos maestros de la industria automotriz de la isla.

Heredero, por esfuerzo de una importante marca, Carlitos elevó a Bella Group a niveles nunca antes sospechados por los fundadores del sello que nació allá en los años 60. Su astucia lo llevó a posicionarse en el capo de la distribución y en la venta al detal por igual. Con su seriedad, ganó la confianza de importantes mogules que depositaron en él su fe.

La década del 2006 al 2016 no ha sido cáscara de coco. Hemos estado en la peor crisis y no se ha dado ningún crecimiento económico en Puerto Rico. Pero mientras ello ocurre, nuestros vecinos del Caribe y de la América Latina en general han experimentado una vivencia contraria. Pujanza, crecimiento y un acelerado desarrollo han cambiado la cara de las otroras repúblicas bananeras, contra los cuales algunos vociferaban con alto grado de xenofobia y menosprecio.

Los datos en Puerto Rico no mienten. En el segmento de automóviles tenemos que en el 2014 se vendieron 88,200 unidades. En el recién terminado 2015, se vendieron 81,357, para una baja de una 7,8% en comparación con el año anterior. Eso no es todo: de acuerdo con Ricardo García, presidente del Grupo Unido de Importadores, la isla lleva 21 meses consecutivos presentando una disminución en ventas de automóviles. Las proyecciones para este 2016 es que seguirán bajando en ventas.

Los esperados números son para meter miedo. Si alguien sale corriendo, uno pensaría que no es para culparlo. Sin embargo, Carlitos no es de esa escuela. Conversando con él, da énfasis en evolucionar a otros segmentos, tales como el servicio y mantenimiento automotriz. También ha saltado a otras áreas como la venta de motocicletas. En el período navideño inauguró unas amplias instalaciones para una de sus marcas, Mazda, de la cual adquirió la exclusividad de la distribución en Puerto Rico e Islas Vírgenes. Invirtió varios millones en un centro de ventas y servicios que nada tiene que envidiar a otros del extranjero.

Claro, pasó un infierno con los permisos. El proceso es tan tedioso que frustra a cualquiera, según me confesó. Pero de inmediato se animó y volvió a la carga con su optimismo. El dinero se tiene que poner a correr, dice sin titubear y a todos les dice: “Yo no me quito. Esto va a mejorar”, insiste, sin sonrojarse. Usted se puede ganar una mala mirada, si le sugiere emigrar fuera del país.

Aquí están los suyos y por los que quiere luchar. Conversar con él es llenarse de un bálsamo de optimismo. Fue impresionante verlo desempeñarse en la ciudad de Los Ángeles en una de las ferias de automóviles más importantes de los Estados Unidos. Allí, todos los cocorocos de la industria le preguntaban sobre Puerto Rico. Para sorpresa, era el tema central. Todos tienen la preocupación de qué pasará con la industria automotriz. Allí habló de todo, menos de desesperanza. Es cuestión de enfocarse, aunque lamentaba que los políticos del país no lo estaban haciendo.

Carlitos no es una voz en el desierto. Como él, otros empresarios están apostando al país. Esto representa un oasis entre tanta sequía. Son de aquí, como tú y yo. Tristemente algunos se marean con los billonarios de afuera, a los que les ponen alfombra roja. Olvidan a los que dicen “Yo no me quito”, que son las que darán la milla extra para sacarnos adelante. A esos apuesto yo.

Fuente: Primera hora, Normando Valentín.